viernes, 17 de octubre de 2014

OPINIÓN: “Ésas no son ni deben ser las prioridades de la política exterior del Estado Dominicano”

Autor: Dr. Víctor Manuel Peña

No acabo de salir del “asombro y de la expectación” al leer en los periódicos del país las prioridades de la política exterior del Estado y del gobierno dominicano en estos momentos, siempre de acuerdo a la visión de la Cancillería.

A propósito, el único periódico de los del país que sacó esa noticia en primera plana fue el periódico Hoy. Y todo el mundo sabe por qué eso ha ocurrido así.

Decir que el “tema haitiano y los derechos humanos” son la prioridad de la Cancillería es estar desenfocado y descontextualizado, por no decir totalmente perdido dando volteretas en el espacio sideral.

Ya el tema haitiano, correctamente tratado y enfocado o no, está siendo tratado por las instituciones del Estado dominicano que sí tienen que ver con eso: el Ministerio de Interior y Policía, la Dirección General de Migración, la Junta Central Electoral, etc. Ya el momento estelar en que la Cancillería dominicana tenía que lucírsela o estar aceitada con una estrategia felina para enfrentar y demoler la artillería de la diplomacia haitiana en el mundo hace tiempo que pasó con ninguna gloria, pero sí con mucha pena para nuestro país.

Lo que sí debió haber dicho la Cancillería dominicana es que son prioridad A-1 o 1-A las relaciones políticas, diplomáticas y comerciales con Estados Unidos y con Haití o viceversa, pero no decir que son prioridades el tema haitiano o el tema estadounidense, porque sencillamente son dos conceptos diferentes. Por lo menos esto es así, y será así, hasta tanto perduren las estructuras de las relaciones que nos conectan con el mundo.

Pero de todas maneras ese es un problema de esencia en el contexto de las relaciones internacionales, no un problema episódico o transitorio como es el tema haitiano si con ello la Cancillería ha querido referirse al plan de regularización y naturalización de haitianos ilegales en la República Dominicana, como al efecto lo ha hecho.

La que sí es una prioridad en el contexto de esas relaciones internacionales estructurales es la modernización y eficientización del servicio exterior dominicano para ponerlo a la altura y al servicio de las necesidades de expansión de la economía dominicana, buscando o abriendo nuevos mercados de exportación y detectando flujos de inversiones extranjeras para canalizarlos hacia la República Dominicana.

Es decir debe ser una prioridad de la Cancillería dominicana la innovación del servicio exterior dominicano para aprovechar las enormes potencialidades y riquezas que están latentes en el mundo exterior y que debemos internalizar con miras a profundizar y ampliar nuestras capacidades de generación de riquezas, de crecimiento, de desarrollo, de progreso y de bienestar como nación y como pueblo.

Así, es decir, con ese proceso de reingeniería o de innovación total y permanente de nuestro servicio exterior quedaría en el pasado, que es lamentablemente presente todavía, de que nuestros embajadores y cónsules, la mayoría de ellos, estén muy subutilizados, tiempo que aprovechan para la dolce vita, los placeres y los negocios particulares.

El otro tema es el de los derechos humanos. Nunca como ahora había estado en mejor posición la situación de los derechos humanos en sentido general.

Las instituciones del Estado dominicano que en el plano interno tienen que ver con los derechos humanos han mejorado, aunque todavía se observan reminiscencias del pasado en algunas instituciones como la Policía Nacional, debilidades en la persecución del crimen por parte de la Procuraduría General de la República y en la misma judicatura nacional hay problemas para hacer prevalecer los derechos humanos por problemas de corruptela y por problemas de conciencia y de formación moral.

Pero están las posibilidades reales y las perspectivas para un mejoramiento de la situación de los derechos humanos, sobre todo a partir de la creación y puesta en funcionamiento del Tribunal Constitucional, que tiene en su sagrada misión velar y garantizar la protección de los derechos fundamentales.

Bien, no es la Cancillería la que tiene que velar por la protección de los derechos humanos y de los derechos fundamentales. Lo que sí tiene que hacer es tomar nota de lo que está pasando con los derechos humanos en el país y proyectar una imagen positiva en el exterior con relación a esto. Pero para recabar esas informaciones tiene que estar en contacto con las instituciones del Estado dominicano que sí tienen que ver con los derechos humanos.

Pero si la Cancillería está relacionando el tema de los derechos humanos con el tema haitiano también está dando notación de que sigue totalmente perdida en el espacio sideral.

En el país no hay, en sentido general, violaciones a los derechos humanos de los inmigrantes, salvo aquellas violaciones de que también son víctimas los dominicanos, sobre todo los dominicanos de a pie como los haitianos.

Necesitamos una política exterior cuyas prioridades sean las prioridades y necesidades del país de conformidad con el interés nacional y el desarrollo nacional.

Otro asunto impreciso y ambiguo, impropio del lenguaje diplomático de un país pequeño como la República Dominicana, es la posición de la Cancillería en el sentido de que va a priorizar la atención a las misiones permanentes de los países “aliados” que están radicados en el país. O sea que un país que no es una potencia como República Dominicana se da el “lujo” de tener “aliados” y “no aliados” en el mundo.

Solo las potencias o las grandes potencias pueden darse el lujo de tener aliados y no aliados en el mundo, ora en tiempos de guerra militar, ora en tiempos de paz. Verbigracia: Estados Unidos y los países de la Unión Europea, los cuales son aliados de Estados Unidos, prácticamente aliados permanentes de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora, en esa relación de aliados los países más débiles están subordinados a los más fuertes: los países de la Unión Europa, aliados de Estados Unidos, están subordinados a la gran potencia global del Norte.

Yo quisiera saber, ¿cuáles países, en esa relación asimétrica entre “aliados” y “no aliados”, están subordinados a la República Dominicana?, o, por el contrario, ¿es la República Dominicana la que está permanentemente subordinada a ellos, incluyendo a Haití? ¡La respuesta es obvia!

La República Dominicana tiene relaciones diplomáticas con Estados y Rusia, pero ocurre que en estos precisos momentos hay en enfrentamiento, una confrontación o una beligerancia muy fuerte entre Estados Unidos y Rusia. ¿Cuál es el “aliado” y cuál es el “no aliado” en esa confrontación abierta entre esas dos grandes naciones, que son al mismo tiempo grandes potencias”? Y yo respondo no debe ser ninguno de los dos, porque con los dos tenemos relaciones políticas, diplomáticas y comerciales. Otro ejemplo: Estados Unidos y la República Bolivariana de Venezuela tienen una confrontación abierta desde que Hugo Chávez llegó al poder. Yo quisiera saber, ¿cuál es el “aliado” y cuál el “no aliado” en esa confrontación entre Estados Unidos y Venezuela? Y yo respondo no debe ser ninguno de los dos, porque con los dos tenemos relaciones políticas, diplomáticas y comerciales.

Otro ejemplo: China Continental y la República de Taiwán están fieramente enfrentados desde que después de la Segunda Guerra Mundial los nacionalistas se refugiaron en ese municipio de China Continental que es Taiwán. Yo quisiera saber, ¿cuál es el “aliado” y el “no aliado” de República Dominicana en esa eterna confrontación entre esas dos naciones? Y yo respondo ninguno de los dos, porque con una tenemos relaciones diplomáticas y con la otra no todavía, pero debemos acogernos al principio de neutralidad. Lo mismo ocurre en el caso del sempiterno conflicto entre Israel y Palestina.

La República Dominicana está obligada a tener por la fuerza de la historia y de la política relaciones con los demás países del mundo, incluyendo no solo los países con los que tiene relaciones formales sino aquellos con los que tiene relaciones informales y con los que no tiene relaciones de ningún tipo, basadas en los principios de igualdad, de equidad y de neutralidad.

Esto es así y tiene que ser así si queremos avanzar en nuestras relaciones con el resto del mundo y poner las mismas al servicio del desarrollo del país.


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